Con el fin de discutir cualquier supuesta contribución a la teoría de la arquitectura, es necesario definir lo que es la teoría arquitectónica. Una teoría en cualquier disciplina es un marco general que:
(1) explica los fenómenos observados
(2) predice efectos que aparecen en circunstancias específicas
(3) permite a uno crear nuevas situaciones que se desempeñan de una manera predicha por la teoría.
En la arquitectura, el marco teórico debería explicar por qué los edificios afectan al ser humano de ciertas maneras, y por qué algunos edificios tienen más éxito que otros, tanto en la práctica como en términos psicológicos y estéticos.
Un importante requisito para la teoría de la arquitectura es coordinar y dar sentido a observaciones aisladas y sin relación aparente en cómo los seres humanos interactúan con la forma construida. Otro requisito es formalizar estas observaciones en un marco fácil de aplicar que pueda ser utilizado para el diseño.
Lamentablemente, la arquitectura sólo ahora se está embarcando en una formulación tan esperada de su base teórica. No es una exageración decir que, hasta ahora, el campo ha sido impulsado por capricho personal y moda en lugar de ser apoyado por cualquier fundamento teórico. Como resultado de un grave malentendido (debido a la ignorancia científica por tres generaciones de arquitectos), un voluminoso cuerpo de escritos ha sido confundido como “teoría de la arquitectura”, a pesar que este no lo sea. Este material se enseña a los estudiantes de arquitectura, y es estudiado por arquitectos en ejercicio; sin embargo, sólo sirven para promover ciertas modas estilísticas y dogmas en lugar de una comprensión de la forma arquitectónica. Ahora existe suficiente y genuina teoría arquitectónica para formar un núcleo desde el cual se puede construir el tema. Este núcleo está formado por los escritos de Christopher Alexander (Alexander, 2001; Alexander et al., 1977), Léon Krier (1998), el autor de este artículo (Salingaros, 2006) y algunos otros.
Una teoría genuina de la arquitectura se ha desarrollado en dos líneas paralelas. La primera es el enfoque basado en soluciones que históricamente han funcionado. No es sorprendente que esta línea se oriente hacía la arquitectura tradicional, utilizando sus tipologías de manera innovadora. Los arquitectos ignorantes de esta rama de la teoría arquitectónica es malinterpretada, falsamente piensan que simplemente copian antiguos modelos, cuando en realidad están utilizando un vocabulario bien desarrollado para generar novedosas soluciones. La segunda línea de la verdadera teoría arquitectónica se basa en la ciencia.
Aquí, los modelos de la biología, la física y la informática se utilizan para explicar cómo surge la forma arquitectónica, y por qué los seres humanos reaccionan de ciertas predecibles maneras a distintas estructuras. El método científico es en muchos sentidos complementario al enfoque tradicional de diseño. La diferencia principal en la práctica es que, dado que el enfoque científico no está ligado a ninguna tipología específica, conduce a un vocabulario de diseño mucho más amplio que el enfoque tradicional.
Los arquitectos tienen dificultades para apreciar la rama científica de la real teoría de la arquitectura, debido a ciertas declaraciones en el cuerpo de los actuales textos de arquitectura. Algunos autores pretenden explicar la forma arquitectónica con teorías y vocabulario científico; pero son confusos y así confunden al lector. Gran parte de esta literatura arquitectónica es claramente incorrecta, pero los arquitectos tienen un conocimiento científico insuficiente para darse cuenta de ello. Respetados comentaristas de arquitectura escriben engañosas declaraciones que se toman como significativas explicaciones por arquitectos y estudiantes, quienes luego se confunden y no pueden apreciar verdaderas explicaciones científicas. Confunden explicaciones ilegítimas por lo real.
Esto sucede porque lamentablemente en la arquitectura, no hay, hasta ahora ninguna base para juzgar entre una teoría verdadera y una falsa. Otras áreas fueron capaces de desarrollar su base teórica sólo después de que se estableció tal criterio, poniendo en marcha un mecanismo para distinguir entre algo real y un sentido irracional. Los arquitectos creen erróneamente que un conjunto de criterios sólo puede existir en un sujeto experimental como la física, sin darse cuenta de que la arquitectura es en sí misma un campo experimental. El problema es que la parte observacional y experimental de la arquitectura se ha descuidado intencionalmente por varias décadas, hasta el punto que sus practicantes han olvidado esta fundamental cualidad de su disciplina.
Le señalé autores contemporáneos que han contribuido, en mi opinión, a la creación de una base teórica para la arquitectura. También sostuve que lo que se acepta por muchos arquitectos como teoría arquitectónica no es una teoría en absoluto, sino más bien un medio hábil para propagar un estilo de diseño particular. La gente fuera de la disciplina (que incluye la mayoría de las personas) asumen ingenuamente que la arquitectura contemporánea posee una base teórica, como por ejemplo la química y la neurociencia, lo que explica por qué los edificios deben tener la forma en la cual están hechos. Sin embargo, una masa de escritos mal etiquetados como teoría de la arquitectura sólo ayuda a generar y apoyar ciertas imágenes; esas imágenes se copian y se utilizan como plantillas para edificios en un estilo ajeno. Eso no es un fundamento teórico. Esos escritos no cumplen ninguno de los criterios aceptados para una teoría en cualquier campo.
Cada disciplina tiene un acervo de conocimientos acumulados a lo largo del tiempo, lo que explica una gran variedad de fenómenos. (La arquitectura ha estado recopilando información durante milenios). Parte de este conocimiento se codifica en un marco teórico compacto; otras partes son estrictamente fenomenológicas, sin embargo, son probadas mediante la observación y el experimento. Los hechos y las ideas se combinan de una manera particular, común a todas las disciplinas adecuadas.
La característica esencial de un marco teórico válido es una complejidad interior transparente, junto a una conectividad externa. Esto surge de la manera en la cual se desarrollan redes explicativas en el tiempo:
(1) Un conocimiento más reciente sobre un tema se desarrolla sobre la base de conocimientos existentes.
(2) Un viejo conocimiento sólo se sustituye por una mejor explicación del mismo fenómeno y nunca porque la moda ha cambiado — este proceso crea capas conectadas de conocimiento múltiple.
(3) Una teoría en una disciplina debe hacer la transición con sensatez a otras disciplinas.
Esto significa que debe existir algún tipo de interfase cuando una disciplina se fusiona con otra, por todas partes alrededor de su periferia. Cualquier teoría que se aísla a sí misma porque es incomprensible para los demás es automáticamente sospechosa. Una conectividad interna muy unida, junto con una conectividad externa más flexible, proporciona las bases para un mecanismo de auto-corrección y mantenimiento. Esto es válido para cualquier sistema complejo.
La arquitectura, como una profesión, se desconectó en repetidas ocasiones tanto de su base de conocimientos, y de otras disciplinas en un esfuerzo por permanecer eternamente “contemporánea” (las conexiones recientes publicitadas en la filosofía, la lingüística y la ciencia no obstante, ya que ahora se exponen como engaños). Esto es, por supuesto, la característica definitoria de una moda; lo contrario de una disciplina adecuada. Una y otra vez, la arquitectura ha ignorado el conocimiento derivado de los edificios y las ciudades, y ha abrazado eslóganes sin sentido e influencias absurdas.
Aquellos que se benefician de la inestabilidad y la superficialidad de la industria de la moda están muertos de miedo a enfrentar el verdadero conocimiento del mundo. Esto los pondría fuera del negocio. Los arquitectos y los críticos cambian periódicamente la moda reinante a fin de mantener el mercado estimulado. Tienen que dedicar una enorme cantidad de recursos a la promoción de cualquier estilo efímero está de moda. Con el fin de vender su moda, están obligados a suprimir cualquier aplicación del conocimiento arquitectónico acumulado. Esto impide una base teórica a desarrollar, y por siempre. La moda cambiante es parasitaria para los procesos eternos.
Los críticos descartan los edificios neo-tradicionales como simples copias de prototipos clásicos, a pesar de que no es necesario que aquellos no se parezcan a nada construido en los dos milenios anteriores. Los medios de comunicación arquitectónicos declaran que “una columna clásica representa la tiranía”, y que al confesar a una atracción por la arquitectura clásica apoya de alguna manera el totalitarismo. Al mismo tiempo, el gusto por la arquitectura vernácula (no clásica) de cualquier tipo es ridiculizada. En este caso, nos tachan de ser ignorantes y “sentimentales” (que, en los valores arquitectónicos contemporáneos, es una ofensa imperdonable). Los nuevos edificios con cualidades humanas, que no tienen nada que ver con la tipología clásica, también están prohibidos.
La gente ahora está engañada para creer que la “arquitectura del futuro” está necesariamente rota y retorcida, y hecha de vidrio y metal brillante. Cualquier duda se disipa mediante la concesión de los más prestigiosos premios a sus arquitectos. Algunos de quienes participan en la difusión de este estilo actúan de una convicción casi religiosa. Ellos creen fervientemente que están haciendo un favor a la civilización, promoviendo un futuro que nos protege de atraso y retroceso. Las escuelas de arquitectura hablan de la justicia. Desde la Bauhaus de los años 1920, el objetivo de muchas escuelas ha sido de reestructurar la sociedad para el mejoramiento de todas las personas, ya sea aquellos quieren o no. Si la gente común es sentimental acerca de los métodos anteriores de diseño, y anhela edificios que apelan a la escala humana, esto es sólo una indicación de la debilidad humana.
Estamos al umbral de un ajuste de cuentas histórico-arquitectónico . Una nueva arquitectura mezcla formas curvas exuberantes y la escala fractal con las formas rotas de la deconstrucción. Permítanme sugerir que los arquitectos que deseen ser contemporáneos deben dejar su equipaje deconstructivo. En su lugar, se debe extender una mano a aquellos que han despreciado y calumniado antes — me refiero a los tradicionalistas, y a los arquitectos innovadores que respetan la escala y la sensibilidad humana. Mediante la mezcla de formas nuevas con las tipologías que se han sometido a una selección competitiva durante el tiempo histórico, podemos definir una nueva arquitectura que es apta para los seres humanos en lugar de permanecer para siempre ajena. Los jóvenes practicantes han sido engañados en identificar el “aspecto ajeno” de la deconstrucción como una novedad esencial. Sin embargo, una nueva generación de arquitectos es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de lo que está pasando, y para salirse de un engaño lamentable.
Pide la copia internacional de la Teoría Unificada de la Arquitectura aquí, y la edición norteamericana aquí.
Referencias
- Christopher Alexander (2001) The Phenomenon of Life: The Nature of Order, Book 1, The Center for Environmental Structure, Berkeley, California.
- Christopher Alexander, S. Ishikawa, M. Silverstein, M. Jacobson, I. Fiksdahl-King & S. Angel (1977) A Pattern Language, Oxford University Press, New York.
- Andrew Bulhak (1996) “Postmodernism Generator”, available online from <http://www.elsewhere.org/cgi-bin/postmodern>.
- John Huth (1998) “Latour’s Relativity”, in: A House Built on Sand, Edited by Noretta Koertge, Oxford University Press, New York, pages 181-192.
- Léon Krier (1998) Architecture: Choice or Fate, Andreas Papadakis, Windsor, England. Retitled The Architecture of Community, with new material, Island Press, Washington, DC, 2009.
- David Lehman (1991) Signs of the Times: Deconstruction and the Fall of Paul de Man, Poseidon Press, New York.
- Christopher Norris (1989) “Interview of Jacques Derrida”, AD — Architectural Design, 59 No. 1/2, pages 6-11.
- Nikos A. Salingaros (2006) A Theory of Architecture, Umbau-Verlag, Solingen, Germany.
- Roger Scruton (2000) “The Devil’s Work”, Chapter 12 of: An Intelligent Person’s Guide to Modern Culture, St. Augustine’s Press, South Bend, Indiana.
- Alan Sokal (1996), “Transgressing the Boundaries: Toward a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity”, Social Text, 46/47, pages 217-252.
- Alan Sokal & Jean Bricmont (1998) Fashionable Nonsense, Picador, New York. European title: Intellectual Impostures.
- Edward O. Wilson (1998a) “Integrating Science and the Coming Century of the Environment”, Science, 279, pages 2048-2049.
- Edward O. Wilson (1998b) Consilience: The Unity of Knowledge, Alfred A. Knopf, New York.
Imagen de La teoría Heliocentrisma de Copernicus vía Iryna1, Shutterstock.com